30 de octubre de 2008

Inquietud


Hay acontecimientos en la vida, pero cuando se acercan los nervios aumentan.

26 de octubre de 2008

Dama de noche, jazmines y lilas



En mi infancia y adolescencia, pasaba mucho tiempo en el hogar de un matrimonio. Eran acogedores, simpáticos y formaban parte de mi familia. A el la guerra lo dejó postrado en una silla de ruedas con el devenir de los años y ella era demasiado viva, no paraba de hacer cosas en casa. Tenían discusiones “sanas” de las que no cesaba en reír y eran un bello ejemplo de matrimonio en sí.

Su casa era enorme y poseía tres patios repletos de plantas. Era el lugar que más vida daba; ha sido encuentro de diversiones, alegrías, penas… Ella - la esposa del matrimonio- me enseñó a recoger jazmines para ponerlos en la mesita de noche, con el fin de que no picasen los mosquitos. Cuando falleció la esposa, su esposo la echaba bastante de menos, tanto, que iba al patio de vez en cuando para contemplar si habían florecido los jazmines y pedirme que no los pusiese en la mesita de noche, sino junto a una foto de su esposa que se encontraba en una mesa. Si algún día se me olvidaba recogerlos, tras habérmelo advertido él, se enfadaba por breves momentos conmigo.

Un día, en primavera, cuando estaba sentada en un arriate, descubrí un árbol frondoso que llamó mi atención junto al olor de sus flores. Era un lilo. Busqué una escalera y cogí bastantes lilas para llevarlas al aparador y diesen olor a la habitación donde se encontraba éste mueble.
Por la noche, en verano, cuando las flores de la dama de noche abrían, obsequiaban con un olor especial al patio. Nos gustaba encender la luz y sentarnos a hablar hasta altas horas de la noche junto a ésta planta.

El falleció un año después de su esposa, la casa estuvo unos años abandonada, y de las tres plantas, aún se mantiene la dama de noche, la cual la trasplantamos en el campo. También, entre mis perfumes, uso uno de fragancia a lilas, por el olor de dichas flores.

24 de octubre de 2008

Tristeza


La tristeza de Ana se halla presente continuamente. Sus padres eran demasiados estrictos y antiguos con ella y debido a esto fue difícil que hiciera amigos. Recuerda con demasiada nostalgia aquellos veranos en los que se encontraba con sus abuelos y éstos les buscaban amigos para que no pasara demasiado tiempo cuidándoles, sino divirtiéndose. Era feliz mientras se encontraba con sus amigos y cuando se ausentaba, ayudaba en los quehaceres de casa. Sus abuelos fallecieron con el pasar de los años. Ana recuerda, con respecto a sus abuelos, consejos que no recibió de sus padres e incluso le pregunta al Dios en el que cree ¿por qué se fueron contigo tan pronto? Siente el vacío de ellos desde aquel momento.

Desde entonces no salía para divertirse, todo volvió como al principio. Si los fines de semana salían, por ejemplo, personas de su edad, ella se quedaba en casa viendo la televisión, leyendo un libro o haciendo resoluciones matemáticas que se le daban bien.

Su primer noviazgo fue extraño, por la parte contraria, durante breve tiempo cuando comenzó a estudiar en la universidad e hizo que la medicaran contra una depresión que tuvo, debido a que el mismo finalizó mal. Según cuenta, aún sigue tomándola en pequeñas dosis. Pudo más su fuerza de voluntad para salir de ésta y decidió emprender una nueva vida apuntándose a cursos para enriquecer su currículum así como actividades solidarias.

Pocos años después tuvo un segundo noviazgo, duró poco más de medio año y le ha dejado varias heridas en su alma. La poseía constantemente, no dejaba ver a sus amigos y familiares e incluso pensaba que le era infiel aún pensando que ella es sincera.

No tiene trabajo, serán los tiempos difíciles por los que estamos pasando, ni tampoco cede en presentar currículums todos los días y estudiar demasiadas horas para que en el futuro tenga un trabajo “fijo y estable” como suele decir.