Sábado. Inés regresa a casa cargada de bolsas, camino del supermercado. Antes de preparar el almuerzo llama a su vecina por teléfono como suele hacer todos los días. Ésta se encuentra enferma de cáncer. Superó uno hace diez años y ahora tiene dos.
-¿Qué tal has pasado la noche?
-Regular- comenta- lo estoy pasando mal con el estreñimiento y anoche mi marido me inyectó morfina, no podía con los dolores de huesos. ¿Sabes lo que me pasa hoy? Parece que estoy preñada porque tengo antojos, se lo dije a mi marido antes de que marchase a trabajar.
-¿Si? Dime… ¿y de qué tienes antojos?
- De gachas.
- Sé hacerlas si quieres te preparo una fuente.
- No sabes lo que me agradaría Inés.
- En cuanto esté la fuente un poco fría te la llevo a casa y seguro que podrás comértelas en el postre.
- De acuerdo. Por cierto, no te vayas a asustar si me ves sin pelo en la cabeza. He decidido afeitarme el poco pelo que me queda. Mi marido decía que veía grandes mechones en la almohada y he decidido zanjar esto. Quiero comprarme una peluca porque mi hijo no quiere verme así.
- Tranquila no me asustaré. Pronto te llevaré la fuente de gachas.
Se despidieron. Inés antes de ponerse manos a la obra hizo que prevaleciera la preparación del postre de su vecina a su propio almuerzo, así que comenzó con la elaboración. Cuando las gachas estuvieron listas y frías fue a casa de su vecina. Abrió mediante el portero automático, subió las escaleras, su puerta se encontraba medio abierta, entró no sin antes decir que ya se encontraba allí. La encontró pálida, sin pelo tal y como le dijo. Inés se acongojó interiormente, aunque no quería que lo notara su vecina. Estuvieron hablando unos diez minutos. Le dijo, entre otras cosas, que le iban a hacer unas amigas un homenaje al día siguiente y se encontraba contenta por tal acontecimiento.
-Cármen, si te gustan las gachas no dudes en llamarme que te prepararé otra fuente.
-¡Claro que sí! Me has hecho muchas comidas y todas me han gustado. ¿Por qué no me va a gustar esto que me has preparado?
Tras abrazos y besos, Inés se dirigió a su casa. Comenzó a llorar sin parar. Reflexionaba sobre lo fuerte que es su vecina llevando dos cánceres y que si fuera ella, no dejaría que le hicieran un homenaje estando en tal situación, porque no lo soportaría ella ni su familia.
Domingo. Nueve de la mañana. Carmen llamó a Inés dándole la enhorabuena por el postre.
-¿Qué tal has pasado la noche?
-Regular- comenta- lo estoy pasando mal con el estreñimiento y anoche mi marido me inyectó morfina, no podía con los dolores de huesos. ¿Sabes lo que me pasa hoy? Parece que estoy preñada porque tengo antojos, se lo dije a mi marido antes de que marchase a trabajar.
-¿Si? Dime… ¿y de qué tienes antojos?
- De gachas.
- Sé hacerlas si quieres te preparo una fuente.
- No sabes lo que me agradaría Inés.
- En cuanto esté la fuente un poco fría te la llevo a casa y seguro que podrás comértelas en el postre.
- De acuerdo. Por cierto, no te vayas a asustar si me ves sin pelo en la cabeza. He decidido afeitarme el poco pelo que me queda. Mi marido decía que veía grandes mechones en la almohada y he decidido zanjar esto. Quiero comprarme una peluca porque mi hijo no quiere verme así.
- Tranquila no me asustaré. Pronto te llevaré la fuente de gachas.
Se despidieron. Inés antes de ponerse manos a la obra hizo que prevaleciera la preparación del postre de su vecina a su propio almuerzo, así que comenzó con la elaboración. Cuando las gachas estuvieron listas y frías fue a casa de su vecina. Abrió mediante el portero automático, subió las escaleras, su puerta se encontraba medio abierta, entró no sin antes decir que ya se encontraba allí. La encontró pálida, sin pelo tal y como le dijo. Inés se acongojó interiormente, aunque no quería que lo notara su vecina. Estuvieron hablando unos diez minutos. Le dijo, entre otras cosas, que le iban a hacer unas amigas un homenaje al día siguiente y se encontraba contenta por tal acontecimiento.
-Cármen, si te gustan las gachas no dudes en llamarme que te prepararé otra fuente.
-¡Claro que sí! Me has hecho muchas comidas y todas me han gustado. ¿Por qué no me va a gustar esto que me has preparado?
Tras abrazos y besos, Inés se dirigió a su casa. Comenzó a llorar sin parar. Reflexionaba sobre lo fuerte que es su vecina llevando dos cánceres y que si fuera ella, no dejaría que le hicieran un homenaje estando en tal situación, porque no lo soportaría ella ni su familia.
Domingo. Nueve de la mañana. Carmen llamó a Inés dándole la enhorabuena por el postre.
14 comentarios:
Una historia muy dura y llena de cariño.
Para eso estamos, para ayudarnos cuando nos necesitemos los unos a los otros.
Un besote.
Bueno, lo cierto es que a veces no sabemos lo fuertes que podemos llegar a ser hasta que no nos encontramos en una situación límite.
Es verdad que parece que no seríamos capaces de aguantar algunas cosas en la vida.
Igual, esa fortaleza aparece en ese momento. Igual es para que el resto de la familia o de los amigos no sufran tanto.
Un post que me ha emocionado, Tejedora.
Muchos besos.
Por Díos que post más duro!
Yo conozco a gente con cancer que tienen una legría que yo no tengo y por supeusto no tendría en su situación.....
Un abrazo,
Esteban
Tejedora, Debe ser durisimo, esta enfermedad es horrible pero hay personas que tienen una fuerza de voluntad increible . Pienso que los seres queridos sufren muchos de ver a sus familiares pasar por esta situación, pero gracias a dios hay mucha gente que despues de todo pueden superarlo. Espero que sea este el caso. Un beso
te dejo una invitacion para que me des tu opinion de la decoracion navideña que puese en el club ;-)
Una sonrisa
Nos leemos
Creo que esas enfermedades tan terribles, además de venir con el dolor, traen bajo el brazo la entereza y una voluntad férrea para poder afrontar el sufrimiento y, sobre todo, ayudar a los que te están apoyando para hacerles más fácil su tarea.
Una entrada muy dura y hermosa a la vez.
Yo tengo una tía con cancer y también la he visto sin pelo..Por suerte el suyo se sabe que ya está casi erradicado era de pecho y se lo quitaron..Ojalá la protagonista de la historia se salve también parece tan buena persona...
besitos
Hermosa historia...real y dura como la vida diaria, pero con un halo de luz...
Besos
La verdad es un post duro, pero lleno de cariño. A veces la vida te deja este tipo de situaciones
Un beso
Cuanto cariño y ternura rebosa esta dura historia.
En momentos así es cuando tenemos y debemos estar al lado de los seres queridos y necesitados.
Un gran beso
Muchas gracias por vuestros comentarios. Os respondo a todos: es cierto que es una enfermedad, desgraciadamente dura. Carmen tiene una fuerza de voluntad impresionante, a pesar de que cada día se note falta de salud, pues uno de los cánceres, está extendiéndose por su cuerpo. Aparte de su familia, sabe que puede contar con Inés en todo momento. Incluso he echado unos lagrimones escribiendo este post…
Besos a todos.
Como bien dices, las navidades son unas fiestas muy felices para unos pero un compromiso para otros. Hace años que nos venimos repartiendo con nuestras familias para cenar juntos en los días señalados. En cambio, a medida que pasa el tiempo, cada vez me noto más incómoda, porque no siento nada especial en esas cenas, salvo el reunirse porque siempre lo hemos hecho. Una parte de mí quiere romper con todo y celebrarlo en casa, con mi marido y mi niño, y tal vez algún amigo cercano con el que verdaderamente me apetece compartir una velada íntima. Pero sé que esa decisión causaría mucho dolor, por lo que la voy posponiendo.
Por otro lado, este año la vida se llevó a mi abuelo, el alma de la fiesta en navidad. Lo echo de menos a menudo, pero estas fiestas será mucho más duro, porque aunque no quiera, veré su silla (enfrente a la mía, vacía).
Tengo la suerte de tener un niño un casa. Su ilusión se contagia fácilmente.
Y lo de la ITV... tú lo has dicho.
Un besote.
La fortaleza y la vitalidad ayudan a superar estas enfermedades. Historia dura, pero real.
Ayla: ¿Por qué causaría dolor compartir una velada íntima? Si es algo que ocurre año tras año, ¿por qué lo pospones? No pienses en ese dolor.
Lo de mis abuelos sucedió hace años, pero los tengo todos los días presentes y en las fechas próximas más. Siento lo de tu abuelo. Pienso con certeza que a él le gustaría verte feliz, aunque de vez en cuando llores recordándolo.
Tu hijo es igual a un tesoro que cuidar. Sé que lo haces y hace que la ilusión vuelva.
El año que viene tienes pasar la ITV también.
¡Besos!
Pedro: Gracias por visitar ésta casa; tu casa. Suelen ser reales e incluso con más dureza con la que la he escrito.
Mucha razón llevas en cuanto a la fortaleza y vitalidad; aparte de transmitírsela a sí misma lo hace con sus familiares y amigos.
Un abrazo.
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