"¡Cada día que pasas por aquí traer cosas más caras, Otto!". Eso es lo que le decían las mujeres que Salia de sus casas Cuando Otto, veterano de guerra y Lisiado tal vez, por una mina Escondida, detenía su camión y daba cuatro o cinco bocinazos. La verdad es que lo más nuevo que Llevaba el bueno de Otto en su camión no eran las mercancías entre China y los billetes de banco, Porque ya no había Bastantes ceros Para cubrir la Inflación y cada mes La Fábrica de la Moneda se dedicaba un imprimir nuevos billetes Con la efigie de ilustres patriotas con bigotes.
Pero eso era de La Paz, al fin y al cabo. La paz no es otra cosa que comprar y vender y protestar si las cosas son caras y hablar con el tendero y encargar todo aquello que nos Hará falta para al futuro. Pero el futuro no siempre Responde a lo que esperamos.
Otto dejaba el camión frente al almacén y al día siguiente ya lo encontraba cargado para volver a hacer la ruta habitual. La gente le Pedía cosas ordinarias y de pronto aparecían en la caja del camión cosas realmente extraordinarias. Sus clientes le pedían platos de loza, pero en la alacena de los platos sólo había escudillas de campaña. De Las mujeres de los pueblos le hacian encargos de ropas finas, pero ya sólo le quedaban camisas de color pardo y abrigos densos para abrazar sobre el frío. Los cazadores le pedían Munición para acabar con los zorros, pero siempre encontraba Otto extrañas cargas de pistolas y fusiles militares de asalto. "Cosas de los jóvenes", Pensaba. Al fin y al cabo, El sobreviviente de la batalla del Somme y de Verdun, Sabia Que El Mundo No Puede resistir muchas guerras seguidas y su camión que era el símbolo de la Paz del Comercio, Porque Mientras haya gente que quiera comprar y que gente quiera vender, la civilización acabará sosteniéndose.
Un día, a la salida del almacén, un guardia de los nuevos le advirtió de que un Otto ya no podia vender una cualquiera y que si se le acercaba un cliente con un Brazal con la estrella de David debía negarse a darle Ningún tipo de mercancía por más billetes de Marcos que le ofreciera. MESES DESPUES le advirtieron que su camión Estaba en muy buen estado Cualquier día y que se le acabaría el negocio y Debería Transitar por otras rutas. Así fue como Otto Tuvo que dejar de Acudir habitual al almacén y cargar su camión en un almacén del Ejército. Y así tambien como en vez de ir hacia el Oeste le mandaron al este Porque su patria Estaba a punto de invadir Polonia y los soldados necesitaban Avituallamiento de confianza, y ¡quién mejor que un veterano de la I Guerra Mundial para dar confianza A LOS jóvenes soldados del Reich!
En cualquier caso, Otto no se separo del camión ni en las condiciones más duras. Sobre la caja de aquel camión generales ya llevo un Condenados a muerte. Sus ruedas pisaron el barro de la estepa rusa y las arenas del norte de África. Ya en la retirada de todas las Retiradas Volvió a circular por las carreteras desiertas de la derrota. Y allí se encontró con Algunas de sus antiguas clientas de cuando la paz Parecía posible. Se detuvo en el pueblo de siempre, dio cinco o seis bocinazos, salieron las mujeres de menos siempre con hijos y con menos maridos, Fueron A sus huertos y Le Dieron un Otto sus Cosechas para que fuera por ahí un venderlas Cuando llegara, por fin , la verdadera paz.
Pero eso era de La Paz, al fin y al cabo. La paz no es otra cosa que comprar y vender y protestar si las cosas son caras y hablar con el tendero y encargar todo aquello que nos Hará falta para al futuro. Pero el futuro no siempre Responde a lo que esperamos.
Otto dejaba el camión frente al almacén y al día siguiente ya lo encontraba cargado para volver a hacer la ruta habitual. La gente le Pedía cosas ordinarias y de pronto aparecían en la caja del camión cosas realmente extraordinarias. Sus clientes le pedían platos de loza, pero en la alacena de los platos sólo había escudillas de campaña. De Las mujeres de los pueblos le hacian encargos de ropas finas, pero ya sólo le quedaban camisas de color pardo y abrigos densos para abrazar sobre el frío. Los cazadores le pedían Munición para acabar con los zorros, pero siempre encontraba Otto extrañas cargas de pistolas y fusiles militares de asalto. "Cosas de los jóvenes", Pensaba. Al fin y al cabo, El sobreviviente de la batalla del Somme y de Verdun, Sabia Que El Mundo No Puede resistir muchas guerras seguidas y su camión que era el símbolo de la Paz del Comercio, Porque Mientras haya gente que quiera comprar y que gente quiera vender, la civilización acabará sosteniéndose.
Un día, a la salida del almacén, un guardia de los nuevos le advirtió de que un Otto ya no podia vender una cualquiera y que si se le acercaba un cliente con un Brazal con la estrella de David debía negarse a darle Ningún tipo de mercancía por más billetes de Marcos que le ofreciera. MESES DESPUES le advirtieron que su camión Estaba en muy buen estado Cualquier día y que se le acabaría el negocio y Debería Transitar por otras rutas. Así fue como Otto Tuvo que dejar de Acudir habitual al almacén y cargar su camión en un almacén del Ejército. Y así tambien como en vez de ir hacia el Oeste le mandaron al este Porque su patria Estaba a punto de invadir Polonia y los soldados necesitaban Avituallamiento de confianza, y ¡quién mejor que un veterano de la I Guerra Mundial para dar confianza A LOS jóvenes soldados del Reich!
En cualquier caso, Otto no se separo del camión ni en las condiciones más duras. Sobre la caja de aquel camión generales ya llevo un Condenados a muerte. Sus ruedas pisaron el barro de la estepa rusa y las arenas del norte de África. Ya en la retirada de todas las Retiradas Volvió a circular por las carreteras desiertas de la derrota. Y allí se encontró con Algunas de sus antiguas clientas de cuando la paz Parecía posible. Se detuvo en el pueblo de siempre, dio cinco o seis bocinazos, salieron las mujeres de menos siempre con hijos y con menos maridos, Fueron A sus huertos y Le Dieron un Otto sus Cosechas para que fuera por ahí un venderlas Cuando llegara, por fin , la verdadera paz.
Texto: Joan Barril
8 comentarios:
Un bello relato en el que dejas claro que el comercio funciona bien en la paz y que la guerra no hace bien a nadie. Buen personaje.
Saludos
Demasiadas reflexiones para un relato.
".. las mujeres con menos hijos y con menos maridos..."
Está claro que en las guerras todos salen perdiendo.
Besos, Tejedora!!
genial el texto...
no sé si ando muy sensible pero me hace pensar en lo terrible que es la guerra, y en la añorada paz...
muchas gracias por tu ánimo!
saludos
Viernes, de nublados, corazones rotos, caminos y esperanzas... Siempre es un placer pasar por tu espacio. Y ver tu cosillas.
Saludos y un abrazo enorme.
Otto, en sus buenos momentos traía y llevaba esperanzas e ilusión.
Saludos!
Qué buena entrada, me encanta.
ya veo que mi EMBOSCADO está en lugar de honor, muchas gracias, bonica.
José Luis: Me alegra que te haya gustado. Los tiempos de guerra… qué bien sabemos de ellos a través de los que sobrevivieron o los que no están con nosotros.
Un abrazo.
María Jesús: Sí que hay bastantes. Me gustan los relatos como este.
Un abrazo.
Lourdes: Así es. Entiendo que se les echen de menos a los que parten hacia un lugar.
Muchos besos.
Flo: Te sigo dando ánimos desde aquí. En cuanto a lo primero son tiempos que no deseo que lleguen y a lo segundo, todo lo contrario.
Muchos besos.
La sonrisa de Hiperión: Muchas gracias. Igualmente.
Un abrazo enorme.
Intro: Así es. El antes y el después…
Saludos.
Rosa: Muchas gracias.
Sí. Estoy disfrutando por el momento en la lectura. Y seguirá…
Muchos besos.
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