15 de marzo de 2012

Trabajos...

Renoir.- Mujer cosiendo



No entiendo por qué hay personas que, siendo propietarios de sus empresas, se aprovechan de sus empleados llegando inclusive a explotarlos, laboralmente me refiero. Y por desgracia ahí siguen.





He estado contenta en varios trabajos que me han surgido a lo largo de mi vida, excepto en dos. Les relato el último:


Se trataba de un puesto de trabajo de costurera, lo cual no estaba bien pagado, pero me venía bien el sueldo para algunos gastos futuros. La entrevista con la dueña del taller estuvo muy bien, acepté las condiciones, y en tres días comenzaba a coser junto a una costurera más, de avanzada edad y por qué no, más experiencia que yo, que trabajaba para ella desde hace poco. Los problemas comenzaron el primer día de trabajo porque lo que se me dijo en la entrevista era bien diferente a la realidad. Los encargos de trajes (de flamenca), habían aumentado y en poco más de un mes debían ser entregados. Había bastante presión por parte de la dueña hacia mí porque me gusta ser curiosa en los trabajos que realizo y esmerarme por tanto en ellos. De esto me tenía que olvidar, pues quería un trabajo realizado con fullería, y como no va conmigo debía de hacerlo. Por otro lado, el material de trabajo no estaba cuidado, como por ejemplo tijeras sin afilar –con lo cual me las traía de casa-, y máquinas de coser y remalladoras que pedían a gritos una reparación. Si a mí me daba fallos la máquina de coser que se me asignó, tenía que hacer uso de la máquina de coser de la compañera, y si a esta le estaba haciendo falta en ese momento, no soy nadie para decirle “Quítate tú que me pongo yo”. Parece que la dueña no era consciente de que si ese material fallaba, el trabajo no está listo para cuando ella prevé, y eso, es un problema ajeno a mí.
Aparte de todo esto me trataba sin educación y con desprecio –sorprendentemente con la otra costurera le tenía trato de favor-, cuando desde el principio fui correcta y educada con ella.
Ocurrió algo con la llave del piso donde trabajaba, pues me dijo que tenía que entrar una hora antes que ella y me haría una copia. Me hizo venir a la misma hora que ella finalmente, y hasta un día dudó que viniese antes y me entregó las llaves, pero se arrepintió e hizo que se las devolviese.
El último día de trabajo –porque esa misma noche me llamó al teléfono para echarme- me asignó una serie de tareas, y se las hice. Aún me quedaba una hora para terminar y llegó corriendo para que me marchase pues tenía que hacer algunas cosas fuera. Me extrañó y le pedí educadamente que me dejara la copia de la llave para terminar de trabajar y al día siguiente se la devolvería. Respondió que si me la daba se quedaba sin llave, lo cual lo interpreté como no te lo doy porque no me da la gana y te voy a echar de este trabajo. Y como escribí antes, por la noche, al ver su nombre en la pantalla del móvil ya se confirmó lo que sospechaba. ¿El principal motivo? No le tuve montado un traje en cinco horas, cuando ni siquiera me dijo que lo hiciese. El resto de la conversación transcurrió llena de falsedad sumado a unas palmadas en la espalda, porque estaba dispuesta a escribir buenas referencias hacia mí a la escuela donde estudio Diseño de Moda. Le dije que no hacía falta esas referencias porque el director y profesorado conocen bien cómo coso. Por último le dije cuándo le venía bien que me llegase a cobrar, porque descaradamente no mencionó esto (pensaría que me echaría sin pagarme), así que me dijo que fuese hoy.



Cuando colgué la llamada lloré. ¿Por qué se siente satisfecha actuando de esa manera y no valora mi trabajo? He trabajado anteriormente en otro taller de costura y había presión, aunque no tan extrema. Inclusive los encargos estaban listos con bastante antelación para las clientas y bien acabados.
Al día siguiente, mis profesoras dijeron que ese trabajo era bastante aplastante. Ellas, a pesar de su dilatada experiencia, tampoco tendrían tiempo de confeccionar un traje en cinco horas.
Me reconfortan las palabras de las personas para las que he trabajado, cuando les gustan bien terminado lo que me encargan. También me gusta dejar en buen lugar a mi primera profesora de costura que tuve hace diez años y a la que tengo ahora en la escuela, así como a la empresa en sí, porque realmente lo merecen.



Definitivamente, y dado en los malos tiempos en los que nos encontramos, me alegra haberme quedado sin este trabajo. Ya llegará otro con el que pueda hacerme cargo de esos gastos futuros.

3 comentarios:

Laura T. Marcel dijo...

¡Ánimo bonita! Como tu dices ya vendrá otro trabajo para salir adelante. Y si tienes la conciència tránquila, allà cada uno con la suya. Aquí en mi tierra hubo una campaña del gobierno que decía: El trabajo bien hecho no tiene fronteras, el trabajo mal hecho no tiene futuro" Y es bien verdad.

Lourdes dijo...

Yo cada vez tengo más claro que los empresarios no saben tratar a la gente que trabaja para ellos. Les pierden las formas siempre. Bueno, vale, la mayoría de las veces ná más.
Pero sí, es frustrante.
Tú no te preocupes. Adelante siempre. Ya verás como pronto encuentras otro currillo.
:)


Un beso, guapa!!

tejedora dijo...

Laura: Bienvenida a este rinconcito.
Buena frase la que citas. Es la realidad.
Sí que tengo la conciencia tranquila. No podía dar más de mí.
Un abrazo.

Mi diablilla: Me pregunto si la dueña (es costurera), sabría montar un traje de flamenca en 5 horas. Puede que sí, aunque tengo mis dudas, pero es difícil.
Me surgen encargos de costura, pocos, pero la prioridad de parte de esos “planes futuros” que cité al principio, es presentarme a desfiles. Y como todo conlleva un coste, tengo los bocetos preparados, a falta de comprar telas.
Besos, guapísima.