25 de febrero de 2010

Discusiones


“Amigos pocos, y con los dedos de una mano”, decía mi abuelo entre los numerosos consejos que me dio en el transcurso de su vida. Si me los decía, era porque se los aplicó y siempre conocí –y conozco- a gente que habla bien de él y no lo contrario.

La frase del principio la cumplía al pié de la letra. Desde niña tenía pocos amigos; me sentía bien y así hasta hoy. Con esto no quiero poner en el punto de mira a personas que tienen bastantes amigos, pues lo respeto.


A una de mis amigas la conocí en mi primer día de trabajo y primer empleo, valga la redundancia. Ese primer día se engloba entre los más nerviosos que he tenido, principalmente por cómo estaría desempeñando en esos momentos el trabajo. Una chica me notó nerviosa y me tranquilizó –anteriormente, al acudir al servicio, vi chicas que lloraban en los pasillos, lamentándose que no estaban haciendo bien su trabajo-. Se lo agradecí.
Días más tarde, coincidimos almorzando en el comedor del trabajo y, en nuestras conversaciones, pudimos comprobar que teníamos un amigo en común. También me presentó a su marido, pues la llevaba por las mañanas muy temprano al trabajo (comenzábamos a trabajar a las ocho) en coche. De sus hijos, de los que tanto me hablaba, los veía cada mañana en la parte trasera del coche dormidos. Sentía lástima que los despertaran sus padres en la madrugada para acudir a la guardería, pero vivían en el campo y se desplazaban a la ciudad. Estuve pocos meses en la empresa, aunque éramos muy amigas, ambas no queríamos recordar el día que prescindieron de algunas compañeras, entre ellas yo. Mantuvimos el contacto telefónico y también nos veíamos en frecuentes ocasiones. Con ella he compartido durante estos años desde el embarazo de su tercer hijo, bautizo, fiestas de cumpleaños,… hasta que la despidieron del trabajo.
Se encontraba, al igual que yo, demasiado harta de que desde entonces no estuviera demasiado tiempo en las empresas que la contrataban, a pesar de su buena conducta, responsabilidad y generar buen ambiente en el trabajo, así que decidió dedicarse a opositar. Llevaba un mes más que ella opositando y le presté libros y apuntes, pues quería opositar a lo mismo que yo. Cuando estamos las dos solas, podemos hablar de muchas cosas, con tranquilidad, pero hay veces que acude el marido con ella y siempre propicia las discusiones entre ambos. Al “chocar” los dos con el tema que se esté hablando en ese momento, discuten sin parar y yo, en medio de ellos. Al principio pensaba que las discusiones pasarían pero no ha sido así. Podría nombrar muchas situaciones como ésta pero me quedo con dos: el mes pasado quedé con ella para prestarle unos libros que necesitaba; íbamos a tomar un café para entregárselos y hablar, pero finalmente no pudo y, cuando van a su casa de campo pasan por donde resido. Finalmente vino en coche con el marido y los hijos a recogerlos. No hablamos demasiado, pues él aparcó el coche en doble fila, debido a que no había lugar por donde hacerlo, así que también aproveché para entregar unos regalos que les compré a sus hijos. Mientras los niños abrían los regalos y jugaba con ellos, el matrimonio estaba detrás de mí discutiendo. Tenían pensado mudarse a la ciudad y el motivo que lo suscitó fue el cambio de centro de salud para llevar a los niños, una vez que se produjese la mudanza.

Con la climatología, estaban esperando un día soleado o que, al menos, no lloviese, así que se produjo la mudanza la semana pasada. Me pidieron ayuda y así lo hice.
Un par de días después me llamó ella para mostrarme la casa con la decoración finalizada y así merendar. Dijo que, si no me importaba, el marido se podría quedar una hora con los hijos e irnos a tomar café y después me enseñaría la casa. Acepté, pero de fondo escuchaba al marido contradiciéndola, así que finalmente quedé en desplazarme a su casa. Esa misma tarde, entré en una confitería y compré dulces para la invitación que me hizo. En el camino, pensaba que seguramente habría discusiones. Y así fue. En esos momentos estuve a punto de indicarles que no discutieran, pero a buen seguro me increparía –él- que no me meta donde no me llaman, así que guardo la compostura, cuando, desde el primer día que les veo discutir, no me siento cómoda.


Realmente siento temor muchas veces cuando quedamos para hablar, sobre todo en persona, porque, aunque crea que vendrá ella, está presente su marido. Como escribí antes, me siento bien (y lo noto también en ella) cuando ambas estamos solas, o con los niños inclusive, pero no cuando él está presente.
Dicen que discusiones tienen que haber en los matrimonios, pero ¿tantas como las que presenciado entre ellos? A veces me pregunto si discutirán tanto cuando se hallan solos o con los niños en casa, con sus padres,…

12 comentarios:

Unknown dijo...

Te entiendo perfectamente, además que situación mas incómoda. Dan ganas de mandarlos a callar y por educación y prudencia una se calla. Pero se pasa mal, verdad? He pasado por alguna situación parecida.
Y lo incomoda y la vergüenza que debe pasar tu amiga.
Besitos.

Dashina dijo...

Posiblemente sigan discutiendo, si lo hacen ante tí, pues sin importar delante de quién estén. Y no es solamente culpa del marido, también de ella, pues son ambos los que lo hacen. Creo que tal vez deberías comentárselo a ella, tu punto de vista, el como te hace sentir esa situación, es posible que ella también necesite hablar sobre ello y necesita que le den pie. De todos modos, tanta discusión tampoco es normal.

Besos!

Yopopolin dijo...

El tema de la amistad da para mucho. Yo no creo que sea tampoco de muchos amigos, si bien es cierto que me faltan dedos de una mano para contar a los buenos amigos, pero me sobran dedos contando las dos manos... jeje

En ese tema lo que mas me duele, es que hay gente a la que consideraba o considero amigos, o no se como decirlo, pero que se han distanciado tanto sin motivo alguno, que ahora somos completos desconocidos. Fue su eleccion. Yo no puedo tirar en solitario, de una amistad que es de dos...

un beso!

mariajesusparadela dijo...

Supongo que no discutirán permanentemente. Quizá él se cele de que su mujer tenga amigas.
Tu postura es difícil pero creo que es la correcta: oir ver y callar ; si ella quisiera tu opinión te la pediría cuando estais solas.

Lourdes dijo...

Hombre, igual al marido no le gusta que su mujer quede con amigas. Los hay que son así de celosillos. No lo entenderé nunca, pero bueno.
Y sí que es incómoda la situación para ti. Haces bien en no meterte, porque tampoco sabes por dónde te saldría él.
Lo que no veo lógico es que discutan delante de ti. Vamos, que si tienen que discutir, que lo hagan en su casa cuando no los vea nadie. Digo yo que nadie tiene por qué ver esas cosas...

Besos, Tejedora.
(Creo que ya he solucionado el problemilla de mi blog. :)

Cabopá dijo...

Yo soy una gran discutidora...A mi me gusta parlamentar,charlar y discutir,siempre que el tema lo merezca...Pero, odio la discusión por discusión....Lo que nos cuentas es el pan nuestro de cada día en todos los ambitos.
Charlar agradablemente, está un poco de modé. Ahora se lleva más el gritar y discutir, sin más.
Besicos tejedora de palabras.

tejedora dijo...

Piluka: Sí, aunque esté a punto de explotar, me callo. Cuando discutieron la primera vez, pensé que era algo pasajero, pero no ha sido así.
Ella también lo pasa mal, pero al comenzar el marido la discusión y no puede tragarse lo que piensa, sino que lo tiene que exteriorizar, imagínate.
Besos, paisana.

Dashina: Lo primero de todo. Se te echa en falta por aquí. Tienes que volver.
Como le respondí a Piluka, si la “tienta” el marido, ella le sigue la corriente, porque no se queda callada. Muchas veces he pensado en comentárselo a ella, pero temo que le moleste y nuestra amistad se eche por tierra. No me gustaría que esto sucediera. Si necesita hablar sobre ello, estoy dispuesta a escucharla. Tampoco es normal que discutan tanto.
Gracias por tu comentario.
Besos.

Yopopolin: Da para mucho y es muy delicado. Jjaja, bueno, entonces cambio la frase de mi abuelo; en vez de una mano, que sean dos.
Entiendo lo que escribes, lo que te duele y me ha pasado. En mi caso, hago lo posible en no perder mis amistades, pero hay veces en que hay que dar un toque al hombro y decir “Que sigo estando aquí”.
Besos.

María Jesús: En cuanto a los celos es algo que pienso que puede ser y no. No lo he puesto en la entrada, pero cuando ya llevaba tiempo coincidiendo con ella y el marido, me dijo la primera a solas que le caía bien a su marido y que esto es muy difícil que se dé, pues no todas sus amigas les caen bien a él.
Estoy así cuando se da esta situación, a ver qué remedio, pero he estado a punto de reventar muchas veces.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.

Lourdes: Los hay –y comparto contigo el no entenderlo-, pero es lo que le comentaba a María Jesús. Si me metiera, sé que a él si le molestaría porque tiene mucho temperamento, ella es más serena.
En cuanto a las discusiones, como dices, lo deberían de tratar cuando estuviesen solos. Hasta me dan pena sus hijos, porque también las presencian, así que imagínate en casa con sus padres.
Muchos besos, diablilla.
P.D: ya ves que pude comentar en tu blog. Gracias.

Cabopá: Por lo menos para exponer el punto de vista, ¿no?
Por desgracia está a la orden del día. Hay personas que se creen que al gritar, llevan la razón, cuando no es así.
Muchos besos.

Laura T. Marcel dijo...

Te escribo por primera vez pq el tema me ha sonado a muy vivido. Creo sinceramente que algo se cuece por la trastienda de esa pareja. Creo que deberías decirle lo que piensas sin temer a que por eso se estropee vuestra amistad. Igual ella está deseando poderlo hablar, pero necesitais que no esté esa sombra que os coarte.
Y efectivamente a los amigos hay que cuidarlos como hay que regar un jardín. Las plantas si no las cuidas, marchitan y mueren. Los amigos igual.

Esteban dijo...

Pues tiene que ser una situación muy incomoda, yo tu hablaría con ella y le diría que podías quedar siempre que ella quiera, pero sin el marido, que tu te sientes muy incomoda. Si es tu amiga lo entenderá, un beso y buen finde

Rosa Cáceres dijo...

Me parece una falta de delicadeza por parte del marido, que creo entender que es el que inicia siempre las discusiones, pero también algo por parte de ella, que debería evitarte esas situaciones tan violentas, en plan convidado de piedra.
Lo más inteligente por su parte sería habñlar contigo si coincidís sin la presencia de ese ogro posesivo, y si está él...cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Tu abuelo tenía mucha razón, abundan los conocidos, más o menos afines, las personas que pasan por nuestra vida y son luces que se encienden durante un trayecto del recorrido vital, pero amigos de verdad, serán pocos siempre.
Dice el aforismo que un amigo es un tesoro, y nadie tiene "muchos" tesoros.
Un amigo te conoce bien, te acepta a pesar de tus defectos, te aguanta impertinencias que sueltas por los nervios o porque estás desbordada...
En cuanto a las relaciones de pareja, no me gustan las que son tormentosas, los que ponen al otro en evidencia haciéndole reproches y montando la escena eante testigos, me hacen pasar vergüenza ajena. La falta de delicadeza está ahí más que patente.
Tú no te mereces que se porten así delante de ti. Yo creo que ella busca tu presencia para intentar que su marido susvice su forma de tratarla por un rato al menos, porque si con testigos es así ¿qué será cuando estén solos?
Yo no entraría en ese juego. Lo mismo el tipo se pone todavía más energúmeno con ella después.

tejedora dijo...

Laura T. Marcel: Sé que me encontraría aquí a personas que han pasado por ello y no. Por esto quería conocer ambas opiniones. Estoy más dispuesta a que me lo diga ella que a decírselo ello, precisamente por lo que comentas al final acerca de las plantas. No quisiera perder su amistad. El inconveniente de todo esto es que mientras se produce o no vendrían “lluvias” de discusiones entre ellos.
Muchas gracias y besos.

Esteban: Creo que de aquí a Semana Santa nos veremos; aún está por determinar y tengo muchas ganas de que no esté el marido de por medio. Nos entendemos en mucho de lo que nos contamos, espero que en esto sepa, también, entenderme.
Besos e igualmente.

Rosa: El marido ha tenido pocos momentos de calma, y lo prefiero así antes que lo contrario. Sí, es él quien inicia las discusiones, pero ella le lleva la corriente.
Llevas mucha razón en el resto. Hoy en día hay que seleccionar bien a los amigos. También debe haber entre ellos una serie de cualidades recíprocas para que siga adelante.
Como respondí, esperaré a que ella me comunique lo que siente. Es lógico que no lo hará delante de él, porque si no…
Gracias, ROSA murciana. Muchos besos.

Manel Aljama dijo...

Entiendo perfectamente lo que quieres decir en el texto. Y lo corroboro. Lo he visto igual.

Además es Un texto basado en hechos reales que creo que llega más allá de "Quién teme Virginia Woolf", aquél de la pareja de maduros (que no se divorcia nunca) y que consigue traspasar todos sus odios y rencillas a la pareja de jóvenes tórtolos que nada tenían aún que reprocharse.

Y por lo de los amigos, desgraciadamente es así, como decía tu abuelo.